PARANA RA’ANGA: Imagen del Paraná

Veinticuatro fotos, veinticuatro horizontes del Paraná, cielos y ríos fotografiados en veinticuatro días de navegación, desde el Tigre hasta Asunción del Paraguay. Un viaje por el río inmenso, fuera del tiempo, hacia lo más profundo de América.
En marzo de 2010 hice un viaje en barco por el Paraná, desde Tigre hasta Corrientes, y desde allí hasta Asunción por el río Paraguay. Se trató de una expedición conmemorativa de aquel viaje legendario que comandó Ulrico Schmidl en el siglo XVI, auspiciada por España –como aquel otro viaje- a través de su Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo; un grupo de intelectuales, científicos y artistas fuimos invitados a repetir la travesía de Schmidl para dar nuestra visión actual de ese mismo escenario relevado y descripto por él hace más de cuatrocientos años. El proyecto se llamó Paraná ra’ angá, voz guaraní que significa imagen o figura del Paraná, y como una suerte de “arca de Noé” participamos, de a uno por especie, pintores, grabadores, cineastas, documentalistas, geógrafos, astrónomos, escritores, poetas, ingenieros, dibujantes, gastrónomos, sonidistas, músicos de diversos estilos, un grupo de jóvenes becarios y yo mismo como fotógrafo de la expedición.
La idea original era que cada participante desarrollara un proyecto personal sobre el Paraná y el viaje mismo, y el mío consistió en fotografiar este río imponente, donde mi propio tiempo cambió de ritmo para acomodarse al ronroneo monocorde de los motores en medio de una naturaleza vasta y desmesurada. Nuestro crucero Paraguay remontaba el cauce enorme a tres nudos, casi sin avanzar contra el empuje del agua, y el paisaje costeño se veía inmóvil desde la cubierta; proseguíamos nuestras actividades a bordo y solo al rato, cuando volvíamos a mirar, aquel pequeño monte en una orilla que había sido mojón del momento se había perdido hacia atrás, y esa era la prueba real de que no estábamos parados y que, pese a la sensación de inmovilidad, el barco navegaba río arriba.
La mirada, acostumbrada a la variedad de estímulos de la ciudad, también se alteró con el nuevo escenario, una planicie acuática sin fin entre márgenes más o menos lejanas donde el paisaje se modifica apenas en mínimos accidentes naturales. El registro fotográfico se concentró en el horizonte, esa línea dividiendo cielos y ríos que cambiaban con las horas.
Las veinticuatro fotografías que integran esta serie representan, al menos como metáfora, los días del viaje y ese horizonte inmóvil. Estas imágenes me recuerdan la sensación de irrealidad que tenía al mirar desde la proa hacia un norte tan impreciso como lejano, en medio del agua marrón poblada de camalotes. Creo que estas fotos representan, también, algo inmutable en la naturaleza, un tiempo detenido ante ella, el silencio. Ellas son, simplemente, una crónica personal del viaje, mi propia imagen del Paraná.

Facundo de Zuviría
Buenos Aires, septiembre de 2013

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